OPINIÓN PÚBLICA, PODER POLÍTICO Y ESFERA PÚBLICA:

Características, funcionamientos, aplicaciones, modulaciones y teorías

 

OPINIÓN PÚBLICA

La opinión pública (OP) es un fenómeno psico-social que incide sobre la comunicación política y los funcionamientos organizativos de la sociedad. Escribía Bourdieu que La opinión pública no existe (Bourdieu,1972), rechazando la dinámica por la cual los medios de comunicación (MM.CC) y otros agentes se instauran como los elementos perfiladores de los rasgos o características del sentir común, determinando los temas de interés público. Para Bourdieu, la OP está manipulada, alterada, construida, no constituye un reflejo verídico de la realidad social. Sin embargo, reconoce su importancia para el poder, que centrará todos sus esfuerzos en comprender cómo se generan, se gestionan y se controlan los mecanismos dinamizadores de la OP en la Esfera Pública (EP).

Existen varios elementos que intervienen en la creación y gestión de la opinión pública. Dependiendo de cuáles sean determinados como factores de influencia válidos, distinguiremos el tipo de OP al que nos referimos y sus características. Resulta interesante distinguir entre elementos gestores y elementos generadores. Entendiendo los sondeos, urnas y medios como elementos gestores, legitimados, a los que se otorga el carácter de representatividad social y la capacidad de orientar o determinar la OP. Así mismo, existen también otros elementos generadores de OP como la experiencia propia, el conocimiento popular, la indignación, la identidad, la legitimidad o la utilidad que se relacionan con los temas de interés en la EP.

TIPOS DE OP

Dicho esto, conviene señalar la diferenciación entre opinión pública agregada (OPA) y opinión pública discursiva (OPD), (Sampedro, 2000).

Se define la OPA, como una suma de juicios individuales, construida desde el análisis de resultados de sondeos o urnas y la intervención mediática. Se relaciona con la política electoralista democrática que determina, a partir de los resultados electorales, el sentir la sociedad en su conjunto. Este tipo de OP es hermética y no es posible extraer matices experienciales o argumentaciones sutiles de su definición. Este tipo de OP se relaciona de forma cómoda con los grupos de poder, quienes proclaman la veracidad y representatividad social de sus indicadores. Su concepción de la mayoría es numérica, es decir, responde a indicadores establecido, no contempla identidades, problemáticas ni situaciones no normalizadas por los esquemas que la rigen. Por ejemplo, la forma con la que Rajoy intenta defender su posición y la del PP en los debates electorales se centran en indicadores cuantitativos como el crecimiento del PIB (aunque esté repartido de forma desigual), la cantidad de empleo generado (aunque sea precario), etc. Sin embargo, sabemos que uno de los principales problemas de este tipo de opinión pública reside en que los grupos de poder, que dependen de la conformidad de la OP, son los mismos que ordenan y aplican los elementos que ‘recogen’ las opiniones agregadas. Otro importante factor, es que los medios de comunicación actúan en consonancia con el poder, seleccionando y enfocando los temas que ‘deben’ constituir la OP.

La OPD, se describe como la opinión pública que genera las conversaciones y debates que la sociedad mantiene entre sí. Se basa en la argumentación, en el debate, y se sustenta en la experiencia propia, el conocimiento colectivo, la información crítica, etc. Fomenta la creación de la opinión propia, enriquecida por el cuestionamiento constante, el diálogo con personas que opinan de forma distinta o el aprendizaje crítico. Se caracteriza por ser plural y abierta. Atiende a la mayoría que existe por consenso o razonamiento, no por definición numérica. Los medios de comunicación influyen sobre ella dinamizando, dirigiendo o informando. Un ejemplo de opinión pública discursiva podría ser el debate generado en torno a la crisis de asilo en Europa. Existen muchos factores que influyen sobre las decisiones políticas, humanitarias y económicas que se cuestionan o debaten en torno al tema de las personas refugiadas procedentes de oriente medio y África. Al no ser cuantificable, este tipo de OP depende del poder simbólico que acumule cada figuración o argumento. El poder simbólico es un concepto de Bourdieu que hace referencia a la capacidad de un sujeto para intervenir y modificar los acontecimientos en la sociedad. Está compuesto por el capital cultural, los conocimientos o habilidades, y por el capital simbólico, el prestigio o reconocimiento social. Aludiendo a la crisis de asilo, no tiene la misma capacidad de irrupción en la OP la argumentación de una persona voluntaria independiente en un campo de Idomeni, que la rueda de prensa de Angelina Jolie o ACNUR. Sin embargo, ambas pueden ser utilizadas para construir OPD, dotando de matices la argumentación.

Llegado este punto, podemos asumir que la OP se compone de opiniones individuales (cuantificadas o dialogadas) basadas en predisposiciones personales, esto es, en las actitudes, valores y esquemas cognitivos de cada individualidad.

La OP es de enorme interés para la clase política y los grupos de poder, ya que, del control o favor de ésta depende su legitimidad. Max Weber, exponía sobre el uso del poder que existen dos maneras de ejercerlo: Desde la ilegitimidad y por la fuerza, como en el caso de las dictaduras; o desde la legitimidad, con persuasión, convencimiento y consentimiento social, como en democracia, (entendiendo la manipulación o la alienación como una forma legítima de control de la OP, valorando el carácter político de esta estrategia).

FORMAS DE DEMOCRACIA

Con esto, podemos afirmar que la gestión de la OP es fundamental para democracia y que la forma en que ésta se gestione determinará el tipo de democracia a la que nos refiramos. Así pues, distinguimos al menos tres formas de democracia: Representativa, directa y deliberativa.

La democracia representativa se caracteriza por la delegación de la acción política e institucional en elementos de representación como los partidos. Es favorable a las élites y el interés privado, preservando la estructuración social que distingue entre grupos privilegiados y minorías silenciadas. El contexto bipartidista español era un claro ejemplo de democracia representativa, anclado en el favorecimiento de la clase política y en la conservación del poder o la lucha por él, desatendiendo el reclamo de las demandas de la mayoría social. Por ejemplo, durante la legislatura 2011-2015, el Gobierno del Partido Popular (PP) junto al Partido Socialista (PSOE) se pusieron de acuerdo para modificar el Art. 135 de la Constitución española para asegurar que el pago de la deuda pública fuese prioritario a cualquier otro gasto del Estado en los presupuestos generales, sin enmienda o modificación posible. Esta modificación, permitió aliviar la presión frente a las demandas de la UE y el BCE, pero sentenció el mantenimiento del Estado del bienestar en nuestro país. El pago de la deuda como garante de tranquilidad para los principales partidos, provocó el incremento de recortes en presupuestos sociales y de servicios públicos. Una de las medidas más perjudiciales para la calidad de vida de muchas personas fue el recorte de las ayudas a la dependencia.

La democracia directa se caracteriza por la participación política directa mediante asambleas y consultas a la sociedad sobre los asuntos de decisión política. Es favorable al interés colectivo y a la construcción de OP argumentada. Sin embargo, plantea problemas de gestión y efectividad, ralentización de procesos, limitaciones del espacio físico y el aforo, asambleas eternas… Favorece la autonomía y el incremento del conocimiento si hay implicación por parte de la sociedad, el problema es que como forma de gobierno estatal acarrea dificultades operacionales que la hacen inviable en nuestro contexto social. Al mismo tiempo, como organización política es vulnerable a la manipulación de los grupos de poder o la falta de interés de la ciudadanía en la participación. Siguiendo con el ejemplo anterior, en una democracia directa se valorarían en conjunto los costes sociales de una modificación legislativa de esa índole. Es más, colectivos como el de responsables de cuidados o diversidad funcional se plantarían para mover a la OP y evitar que recortes en materia de dependencia afecten a sus vidas. Sin embargo, necesitarían visibilidad en la esfera pública y el compromiso de participación de la ciudadanía. De la misma forma los grupos de poder podrían tratar de acallar sus demandas ofreciendo subsidios o beneficios sociales que cubran sus necesidades básicas pero mantengan al colectivo afectado fuera del espacio discursivo.

La democracia deliberativa se caracteriza por la inclusión de la participación y el diálogo con la sociedad en el sistema de representación política. Se rige por la ley de las mayorías, pero atiende a una mayoría consensuada socialmente. Permite al electorado dialogar con la clase política y exigir atención sobre temas procedentes de la OP discursiva. La clave está en que para que pueda existir democracia deliberativa, tiene que haber opciones democráticas que representen los discursos que están fuera del foco de la hegemonía. Siguiendo con la cuestión del capacitismo, una democracia deliberativa preguntaría a su ciudadanía de qué forma inciden sobre ella las reformas y recortes sobre cuestiones que les afectan directamente. Sin embargo, el resultado de esto puede no ser el esperado, pues habrá parte de la población que al no sentir suyo el problema, no lo considere importante. O que la manipulación mediática se sirva de la demagogia para banalizar los problemas de colectivos invisibilizados. Esto ocurre frecuentemente con el enfoque mediático ante las movilizaciones huelguistas. Trata de criminalizarse la movilización desactivando sus mecanismos (piquetes, manifestaciones, etc.). Las herramientas de participación ‘ciberdemocrática’ pueden irrumpir de forma útil en este tipo de organización política. Sin embargo, es necesario continuar implementando sus mecanismos e identificando sus errores sin caer en la excitación de la autorreferencialidad o el determinismo tecnológico y terminar pensando que la participación es efectiva, cuando realmente no hace más que refrendar de forma digitalmente ficcionada los procesos deliberativos.

SOCIEDAD CIVIL

Las sociedades civiles son agrupaciones de personas heterogéneas no pertenecientes a la institucionalidad. Son autónomas del Estado, tienen objetivos colectivos y se caracterizan por promocionar el debate público, controlar la acción de los poderes y mantener su carácter plural y parcial.

Una de las sociedades civiles más relacionada con la movilización social y la irrupción en la OP es la PAH, Plataforma de Afectadas por la Hipoteca.

La burbuja inmobiliaria infló los precios de la vivienda en España hasta el punto de convertir una necesidad básica en un privilegio de explotación mercantil. Cuando la burbuja estalló, la hipoteca y las dificultades para afrontar su pago llevaron a la quiebra a miles de personas. Gracias a la organización colectiva y al poso previo de los movimientos por una vivienda digna, nació la PAH, una sociedad civil destinada a crear tejido social de resistencia, distribuir la información necesaria a las personas afectadas y controlar a los actores políticos y económicos de su situación.

Las sociedades civiles y movimientos sociales se caracterizan por formar identidades colectivas sin el carácter representativo del esquema político institucional. Se introducen en la OP mediante la irrupción de sus discursos y demandas en la esfera pública, ya sea mediante las declaraciones de portavoces como desde la acción política directa y no violenta. Pero, ¿qué es la Esfera Pública?

ESFERA PÚBLICA

Según Jürgen Habermas, es el lugar abstracto en el que todas las personas nos movemos, ya sea colectiva o individualmente, haciendo confluir nuestros intereses con los de los demás, pero que en la actualidad se encuentra inmersa en una falsa realidad construida desde la manipulación y control de los grupos de poder. Así pues, existe una ‘verdad’ oficial, sostenida desde los medios de comunicación que determina qué y sobre qué se pronuncia la OP.

Para Habermas existió en el siglo XVIII un tipo de esfera pública ideal, una suerte de autonomía ilustrada en la que los medios potenciaban la producción y participación de una sociedad activa en el sistema político ilustrado. Sin embargo, pese a ser real en su suceso, jamás llegó a convertirse en un funcionamiento hegemónico de la esfera pública. Más tarde, a partir del siglo XIX, esa autonomía fue capitalizada por el Estado mediante la acaparación y control de los MM.CC, instaurando las encuestas, sondeos y votaciones como gestores representativos y legítimos de la OP.

En la actualidad, a causa de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TICs), la OP responde al carácter de instantaneidad, rapidez informativa y control. Gracias al análisis de los datos que producimos diariamente en nuestros dispositivos puede perfilarse qué pensamos, con quién nos relacionamos, qué consumimos… Se tiende a una relación con un dispositivo adaptado a las necesidades propias con la capacidad de conectarnos discursivamente con otras individualidades. Sin embargo olvidamos la tendencia al aislamiento interconectado y al narcisismo participativo. Éste, hace referencia a la participación que construye identidad argumentativa online pero que se vacía de participación real.

Por otra parte, Habermas describía que existía una tendencia al interés por los temas que nos incumben directamente, proponiendo que hay temas menos atendidos porque responden al interés de menos personas o personas que niegan su participación porque dicen no verse afectadas por los temas de interés. Sin embargo, es imposible que todas las conversaciones presentes en la OP nos resulten ajenas. Si tomamos la premisa de que “Lo personal es político” (Hanisch, 1969), es imposible que no podamos encontrar implicación política sobre la que actuar en la EP desde la OP. Todos los temas afectan políticamente a lo personal, por lo tanto, todos importan.

El problema es que todos los temas compiten por tener visibilidad y presencia en la OP. Por lo que, la EP funciona como un entorno en el que se fija la atención y el debate sobre algunos temas. Puesto que la capacidad de aparición en la EP es limitada, se generan principios de selección que influyen en la capacidad de irrupción y superviviencia de un tema en la EP. Estos principios de interacción vendrán determinados por los patrones de interacción, retroalimentación y sinergias que se crean entre las distintas esferas y la esfera pública, dando lugar a la supervisión y control de las interacciones y canales entre las esferas por parte de los grupos de poder para favorecer la irrupción de ciertos temas y la invisibilización de otros. (Hilgartner, Bosk, 1988)

Tipos de esferas

EPC + Esferas Periféricas: La esfera pública central integra a las Instituciones y a las sociedades civiles más legitimadas por la OP. En ella se generan debates acerca de la gestión del poder y los valores colectivos. Se trata de un espacio común en el que otras esferas más pequeñas, las periféricas, pueden interactuar y participar de los temas de la OP. Las esferas periféricas actúan en el debate sin presencia visible en la EP central aportando su conocimiento, y, en contraprestación a su participación, evitan el aislamiento social. Este tipo de esfera está relacionada con la democracia representativa y mantiene un esquema propio de la hegemonía discursiva, ya que centra de forma prioritaria los asuntos de interés institucional o instaurado.

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Esfera pública, social y privada: La figuración de las tres esferas concéntricas hace referencia al modelo de J.L. Dader. En él la esfera privada es aquella que hace referencia a las actividades individuales, la relaciones personales, familiares, los estudios… Es decir, a lo privado, lo personal. La esfera social se relaciona con las operaciones económicas o políticas que no tienen trascendencia pública, con lo estructural. La esfera pública se refiere al punto de encuentro entre la social y la privada, es pública, se identifica con la democracia deliberativa y se caracteriza por ser el espacio de negociación entre el poder y la sociedad civil. Este modelo es altamente permeable, pues la información puede pasar de una esfera a otra provocando pérdida de la privacidad, alienación, explotación de la vida privada o escándalos. Cuando una información privada de un personaje público trasciende a la esfera pública se produce una colisión. Por ejemplo, cuando Juan Carlos I se rompió la cadera cazando en Botswana de vacaciones, la noticia irrumpió en la EP, generando OP desfavorable para la corona, que mientras la prima de riesgo se disparaba, gastaba el dinero de la contribución asesinando animales en África, produciendo un capital simbólico alejado de la realidad social.

La cobertura mediática de un tema delimita su acceso y su potencial importancia sobre la OP. Así, la información se muestra u oculta en la esfera que convenga. Las esferas se gestionan como una casa, utilizando el símil arquitectónico de Giddens. Los asuntos públicos se tratarán en el balcón, mientras que los asuntos internos, privados o secretos serán abordados en el patio interior. Según el tipo de democracia en el que nos situemos, habrá una distribución u otra de la presencia en cada espacio. Los cortes de información, en la esfera privada son reconocidos como secretos, mientras que en la esfera pública se entienden como censura. La apertura o flujo de información será calificado de confidencia en la esfera privada y de publicidad o propaganda en la esfera pública.

Comparemos la gestión de la información en los casos ‘Wikileaks’ y ‘Los papeles de Panamá’. En el caso ‘Wikileaks’, existía cierta información secreta sobre cómo los Estados se inmiscuyen en nuestras vidas e informaciones. Un colectivo activista decide liberar la información, para ello recurre a medios de comunicación generalistas con gran audiencia y les entrega la información con el objetivo de irrumpir en la Esfera Pública y hacer visible la información. Toda la información queda disponible y son los medios los que poco a poco van investigando y seleccionando los temas que se publicarán como noticias que generarán OP. Al comienzo, mientras los MMCC prestan atención, hay grandes polémicas. Posteriormente, se recurrirá a Wikileaks para apoyar noticias o líneas de investigación ya seleccionadas. En los ‘Papeles de Panamá’, una sociedad civil proveniente de la profesión periodística sigue una línea de investigación y algunas filtraciones para descubrir un entramado de evasión fiscal. Se hace con toda la información posible y va seleccionando qué información irá facilitando a los medios generalistas, impidiendo que sean éstos quienes seleccionen los temas que formarán parte de la OP. La táctica en esta ocasión es ir liberando bombitas de información que incidirán sobre procesos abiertos u otras informaciones, potenciando y haciendo persistentes algunos temas en la OP discursiva. El cuestionamiento está en si es más honesto liberar toda la información o más efectivo utilizarla para orientar los temas de discusión. Wikileaks rompe la censura, los papeles de Panamá cuentan los secretos.

MODELOS DE PODER

Cuando un debate político procedente de la sociedad civil se centra en la agenda mediática puede pasar por tres paradigmas que dominan el poder: El elitismo, el pluralismo y el elitismo institucional. El paso por cualquiera de estos paradigmas suele afectar al tema o reivindicación brindando atención mediática al comienzo para posteriormente cooptar, neutralizar o marginar el asunto debatido. Se produciría así una institucionalización del activismo social. Si bien, cada paradigma de poder tiene sus propios modos y funcionamientos.

El elitismo puro se caracteriza por limitar el acceso y la expresión en la EP. Se produce una marginación, silenciamiento o represión de los temas importantes para los grupos no hegemónicos por parte del poder, al tiempo que los medios de comunicación lo ignoran e invisibilizan. Dependiendo del sistema político o el tema en el que nos inscribamos, cambiarán los mecanismos. En unas sociedades será la represión la que mantenga la distancia entre la élite y el resto en la capacidad de aparición. En otras, las élites pueden marcar sus límites generando conocimiento y Ley que refrenden sus teorías y marginen las del resto, al tiempo que blindan sus privilegios y bloquean o neutralizan la acción política contra-hegemónica.

El control de la toxicidad ambiental por parte de los grupos de poder pasa por el paradigma elitista. En el caso de la contaminación ambiental por xenoestrógenos frente a la utilización de estrógenos como disruptores corporales de género, ocurre una paradoja muy clara. Mientras no existe regulación sobre los niveles de toxicidad xenoestrogénica en el agua que es nociva para la vida y afectan a la salud y corporalidad de todas las personas; el tratamiento con estrógenos para la disrupción corporal del género (transexualidad) es fuertemente controlado y patologizado por grupos de poder como la institución médica o las farmacéuticas. En este caso, el silencio informativo respecto al envenenamiento hormonal de nuestros cuerpos es cómplice de los intereses de las élites, que prefieren seguir produciendo elementos y dinámicas de consumo plagadas de toxicidad xenoestrogénica porque es rentable económicamente. Al mismo tiempo, también se benefician de controlar, ignorar, silenciar y patologizar a las personas disidentes de género, impidiendo el acceso a la información, la diagnosis, el tratamiento o la experimentación.

El pluralismo permite la irrupción de temas diversos, procedentes de la sociedad civil, en la EP a través de la atención mediática. Los medios de comunicación atienden los temas y demandas, ceden espacio discursivo y generan OP para legitimar la protesta. Esta es reducida, simplificada y popularizada hasta que es absorbida por la institución. Se genera regulación o leyes que atienden parcialmente el problema y paulatinamente va olvidándose de él.

Esto ocurrió con las acciones y regulaciones contra la Violencia de Género durante el gobierno socialista. Hubo una irrupción temporal del tema en el foco mediático, no por novedad si no por la presión social. Se lanzaron numerosas campañas, de dudosa efectividad simbólica. Se realizaron compromisos institucionales y se creó la Ley Orgánica contra la Violencia de Género de 2004. Dicha Ley fue redactada y promulgada, pero nunca se llegaron a realizar las propuestas ni medidas necesarias para que fuera efectiva. Hoy, el problema sigue tan presente e ignorado como siempre.

El elitismo institucional se caracteriza por permitir la entrada de temas en la EP de forma que se favorezca a líderes políticos o grupos de poder. Los mecanismos utilizados son la cooptación la marginación o el sensacionalismo en el tratamiento de los temas. Uno de los casos más claros de elitismo institucional fue lo ocurrido con el movimiento 15-M durante la acampada. La concentración en la puerta del Sol salta a la EP internacional y activistas irrumpen mediáticamente. Empresas como Movistar, comienzan a utilizar los códigos culturales del movimiento para resignificarlo y neutralizarlo (anuncio imitando asamblea). Los MMCC tradicionalistas tratan de desprestigiar el movimiento acusándolo de sucio, caótico, ‘perroflauta’, trivializando así la protesta. Se permite margen para la negociación, prolongándola y desgastando el movimiento. Se categoriza y desprestigia la movilización con el objetivo de que el público general no se sienta representado o identificado. Se produce la marginación institucional con frases tan célebres como ‘si quieren hacer política que monten un partido’, de Esperanza Aguirre. Y termina desapareciendo de la EP por saturación o indiferencia. En enero de 2012, nadie parecía recordar el 15-M. Sin embargo, el elitismo institucional depende de una audiencia desinformada y dependiente de los medios de comunicación. Cuando ésta se vuelve más autónoma, los efectos de la manipulación de la OP pueden ser inesperados para el poder.

TEORÍAS SOBRE LA OP

El modelo conductista, también llamado de la aguja hipodérmica se sustenta sobre la premisa de una audiencia dependiente de los medios, alienada, cuya percepción de la realidad es aquella perfilada por los MMCC. La OP es controlada desde la recepción, que queda reducida a canales limitados y suscritos a un mensaje común, a menudo motivador o apocalíptico. Amplifica o silencia los sucesos y detalles en función de la realidad que se quiere inocular. Este modelo sitúa a los medios como intermediarios e interpretadores de una realidad inabarcable y compleja. Instaura la política del miedo o del deseo en la que la salvación o el disfrute son excluyentes, generando por tanto una sociedad individualista y desmovilizada.

La política del miedo, consiste en controlar a la población mediante la creación de amenazas ficticias o la amplificación de conflictos sociales atribuidos a un enemigo común. Por ejemplo, para cubrir las motivaciones de los grupos de poder sobre la Guerra de Irak o la manipulación sobre la guerra Siria y la crisis de asilo, se crea el enemigo común ISIS/DAESH para generar islamofobia y racismo entre la población. Este miedo, insta a la población a aislarse, protegerse o, incluso, organizarse para exigir políticas y regulaciones restrictivas contra un determinado grupo social por identificación con los rasgos del enemigo común, normalmente muy categorizados y generalizados. Sólo la información y la experiencia directa ralentizan o bloquean la manipulación de la OP discursiva en la EP privada, sin embargo, al ser una teoría basada en los estudios de audiencias, realiza sus cálculos sobre la OP agregada en la EP. El pensamiento disidente adquiere las características de una persona con anticuerpos propios frente a una pandemia ideológica.

La teoría de la Agenda Setting se identifica como tal por la forma en que los medios de comunicación seleccionan y jerarquizan los temas que ‘deberían’ importarnos, asignándoles lugar de aparición en la OP. Esta calendarización de la información se basa en el principio elitista de que los contenidos deben ser codificados para una audiencia pasiva, desmovilizada y confiada. Se utilizan los mecanismos de priming y framing que consisten en destacar un tema para influir en la valoración política del asunto o fijar el foco en la petición de responsabilidades a un personaje o chivo expiatorio. La importancia de los temas se determina asignándoles la categoría de noticiosos. Los temas que quieren silenciarse son ignorados mediante la amplificación de la atención sobre otros asuntos ya instrumentalizados mediáticamente. Se busca reflejar la OP continuamente, para lo que los medios deben adaptarse a la OP de su audiencia o generar contenidos que la conduzcan hacia la afinidad. Se ha demostrado, que cuanta mayor intensidad de aparición tenga un tema en los medios, mayor preocupación social generará en las encuestas y sondeos.

Entre las preocupaciones más destacadas de la población española en las encuestas del CIS no figura la Violencia de Género. En la encuesta realizada en febrero de 2016, sólo es señalada como un gran problema nacional por el 1,6%, pero únicamente el 0,3% cree que es algo que le afecta personalmente, el mismo porcentaje que, por ejemplo, los problemas medioambientales. Según la Macroencuesta de Violencia contra la Mujer 2015, el 12,5% de las mujeres de 16 años en adelante que viven en España han reconocido haber sufrido violencia física o sexual a lo largo de su vida. Y el 13% de las mujeres han tenido miedo de su pareja en algún momento. Si se extrapola el porcentaje de esa edad a la población femenina total estaríamos hablando de más de 2,5 millones de mujeres. Sólo en 2015, el 2,7% de las mujeres ha sufrido violencia física o sexual y 9,2% ha padecido violencia psicológica, control, humillaciones, acoso, amenazas. ¿Por qué si afecta a tantas vidas y personas no constituye una preocupación para la población?¿Cuál es el ejercicio en el espacio discursivo y la semiótica/simbolismo de la figura de víctima?¿Y la de agresor? El tratamiento en los medios de comunicación de los casos de Violencia Machista ha generado una inmunización hacia estas informaciones que desactiva la atención de la audiencia sobre el problema cuando es tratado de la forma habitual. Por ejemplo, la categorización de los crímenes machistas como ‘sucesos’ contribuye a la construcción de un imaginario social que los identifica como hechos aislados y no como parte de un problema estructural.

La espiral de silencio es una teoría de Noelle-Neuman, desarrollada para y desde un marco político determinado por una OP elitista, única y hegemónica. Se caracteriza por obligar al silencio a las opiniones o pensamientos disidentes mediante la censura y la represión. La audiencia es percibida como ignorante y dependiente, cuyo miedo al aislamiento es mayor a su motivación de intervención y participación, por lo que tiende a silenciar el discurso ajeno a la OP de la masa. Los grupos de poder generan los temas sobre los que girará la OP tratando de crear cohesión social y sensación de unidad que deben ser aceptados por la población ante el miedo a la no pertenencia o al bloqueo social.

Esta teoría se refleja en 1984 (Orwell, 1949), donde se ilustra una distopía en la que el control de la OP es férreo y abarca todas las esferas.

En países bloqueados por la violencia como El Salvador, la espiral de silencio se representa sobre la incapacidad de las instituciones y de la población para poner freno a la dinámica social que provoca el fenómeno de las pandillas. Las políticas represivas terminan por amplificar la conflictividad. Esta es una de las críticas a la espiral de silencio, su capacidad para generar reacciones y resistencias que provoquen un despertar de la disidencia de forma clandestina y organizada.

Aunque uno de los deseos de esta teoría es la generación del discurso único, los MMCC no son capaces de controlar la creación de una opinión unánime, pues la interpretación del mensaje está relacionada con otros generadores de OP que son subjetivos, como el capital cognitivo, la experiencia directa o el conocimiento popular.

La escuela de Frankfurt, propone una visión crítica del elitismo sustentada en la instrumentalización de los medios al servicio del poder y el tratamiento de los mensajes como mercancía. Su teoría expone que los MMCC garantizan la transmisión del pensamiento elitista a la sociedad y crean falsas realidades que legitiman el discurso de las élites. La audiencia es percibida como una masa dócil y manipulable. La instrumentalización de los MMCC garantiza el control elitista de la hegemonía, creando imaginarios despreciados en la población y provocando violencia simbólica, en la que las identidades oprimidas terminan por reconocerse en el perfil de la hegemonía que las oprime.

Por ejemplo, el uso de la fórmula ‘Clase media trabajadora’ en un mecanismo lingüístico que busca la identificación de una parte de la sociedad que ha sido desclasada. Convencida de que pertenecer a la clase obrera es despreciable y que la tendencia aspiracional debe ser lograr el capital simbólico y económico de los personajes pertenecientes a la élite hegemónica. Durante el aznarismo se hace creer a la gente que la escalada de clase es posible, fácil y satisfactoria, aunque ello signifique falsear las posibilidades reales con un efecto amplificador de la conflictividad social. Al no sentirse identificadas con la clase a la que pertenecen, las personas desactivan su capacidad organizativa/subversiva y aspiran a seguir el modelo hegemónico.

La teoría de usos y gratificaciones de Lazarfeld fija el foco en la recepción e interpretación de los mensajes. Se caracteriza porque ante un mismo mensaje la interpretación subjetiva de la audiencia es plural. Les ofrece la posibilidad de debatir y dialogar, crear OP discursiva, lo cual constituye una gratificación. La creencia por parte de la audiencia de que está participando, aviva las tendencias de la OP. Si se vincula esta teoría a la de los estudios culturales de recepción se podría afirmar que la sociedad acepta el pensamiento dominante, no por identificación, sino por falta de alternativas. Esto la lleva a buscar conformidad o gratificación en la participación a través del consumo o la participación en la tendencia.

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Tras los atentados de París, el hashtag ‘Je suis Paris’ inundó las redes sociales dando lugar a manifestaciones narcisistas que mezclan la gratificación de participar en la corriente de la OP, y al mismo tiempo satisfacen la necesidades individuales de reconocimiento, vaciando el contenido político de la condena inicial. Es representativo ver cómo esta imagen es catalogada de tantas formas que encajaría en cualquiera de los temas de la OP relacionados con las etiquetas.

El Postmodernismo es el escepticismo en su máxima expresión. Así pues, es imposible situarse en un análisis único del discurso, pues los mensajes son siempre entendidos como fragmentados o polisémicos. Se sitúa en el contexto de la sociedad del espectáculo y la cultura del simulacro, lo que envuelve en un halo de ficcionalidad cualquier realidad. La EP está repleta de pseudo-realidades de las que la sociedad extrae gratificaciones al gusto y conveniencia. Se tiende a los mensajes vacíos de significado o a la performatividad política. Se asume al público como consumidor, neutralizando su capacidad política. La gratificación de la participación se inscribe en la generación de mensajes populistas con los que es sencillo identificarse.

El nuevo anuncio ‘feminista’ de Pavo Frío de Campofrío, podría ser un ejemplo de esto. A través de un discurso original y conciliador se busca la identificación de un público objetivo mediante la performatividad/ficcionalidad/absorción de la motivación política de ese colectivo. Se engalana el guión con reivindicaciones para terminar vendiendo carne baja en grasa para que no te pongas gorda.

La teoría de Zaller o ‘Cuantificación del cuñadismo’ (como me he aventurado a renombrar) se basa en la opinión agregada en encuestas. A la audiencia, considerada ignorante y condicionada cognitivamente por el efecto de los MM.CC, se le otorga cierta autonomía para que procese y asuma ciertas predisposiciones ideológicas. La generación de la OP pasa por varias fases. Primero se centra el foco en la recepción del mensaje, tratando de atraer el interés del público al tema a través de una noticia. En segundo lugar, se busca la aceptación y valoración del tema mediante la provocación de juicios propios sobre las informaciones de los medios. Tercero, se identifica la disponibilidad de los argumentos y opiniones sobre el tema entre todo el ruido de la OP, aludiendo al recurso de que las opiniones más recientes son las más recordadas. Finalmente, se busca una respuesta indiferente o equidistante entre las posiciones del tema por parte de la audiencia, que confundida por la cantidad de información y argumentos contradictorios termina asumiendo como propia la versión de la realidad más cómoda que le ofrezcan los medios. En este contexto las audiencias informadas suelen refutar o rebatir el discurso mediático, teniendo, normalmente poco espacio de aparición en la EP.

Me refiero a esta teoría como la cuantificación del cuñadismo porque el método de desactivación política y persuasión responde al arquetipo cultural del cuñado que refuta teorías absurdas, basadas en argumentos inestables, hegemónicos, manidos… Un ejemplo de intento de aplicación de esta teoría fue la sobrestimación del voto a Ciudadanos en los sondeos del 20D.

La Teoría de William Gamson responde a un modelo circular de la OP discursiva. Plantea la posibilidad de que la ciudadanía genere cambios si se organiza y utiliza los medios de comunicación. Para ello, necesita crear agentes colectivos de generación de OP, líderes de opinión. Los movimientos sociales utilizan para ello portavocías mediáticas, como pudiera ser Ada Colau para la PAH o Pablo Iglesias en los comienzos de Podemos. La audiencia se identifica como activa, capaz de interpretar los mensajes mediáticos y seleccionarlos por su interés o implicación en el tema. El proceso de creación de la opinión pasa primero, por la indignación ante la injusticia, generando un juicio moral condenatorio; después, se apela a la capacidad de actuación, cambiar la injusticia desde la acción; y, finalmente, por la generación de una identidad común o nexo de unión entre las personas afectadas. En este contexto, los MMCC no favorecen la acción de la Sociedad civil, sino que continúan siendo instrumentos de los grupos de poder que buscan minimizar el efecto del despertar organizativo. Por esto, intentarán dar espacio discursivo primero, para posteriormente neutralizar o cooptar las alternativas. Para estar correctamente informada, la ciudadanía puede acudir a tres fuentes: los medios, la experiencia propia y el conocimiento popular. Esto requiere una implicación que dependerá de la involucración con el tema.

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Tras los atentados del 11-M, como respuesta defensiva al interesado tratamiento mediático de la cuestión, nace el grupo de apoyo y acción ‘Asociación 11-M’. Este colectivo, formado por víctimas directas, afectadas directas (familiares y relativas) y afectadas sociales (sociedad civil sensibilizada con lo ocurrido), recurre a su experiencia propia y conocimiento común para defenderse y cuidarse de la instrumentación de su desgracia.

La teoría de la falsificación/falseamiento de opiniones de Tim Kuran, parte de la crítica a la espiral de silencio. Señala que el silencio evidencia la verdadera opinión y que el mecanismo contra el aislamiento es la adaptación variable de la opinión al contexto. Se falsea la verdadera opinión propia si la situación puediera llevar a la confrontación. Se valora mucho el coste social de expresar una opinión que pueda ser mal acogida y se tiende a la autocensura. Este mecanismo conduce hacia un círculo vicioso en la OP que genera un problema: Si falseamos opiniones alimentamos una OP mayoritaria falseada que impone acciones y costes a los que se reacciona con una nueva opinión falseada. Esto produce una existencia clandestina de la opinión real, honesta. Se baraja siempre la utilidad de expresar el juicio propio dependiendo de la preferencia del entorno de debate, la reputación social que otorga la opinión particular y la necesidad de expresión. Se caracteriza por generar mayorías silenciosas (que además son también silenciadas) y por la OP esperada, que es aquella que sentimos mayoritaria. Esta teoría está relacionada con el concepto de conocimiento blando, la asunción de realidades falseadas por opiniones falseadas, lo cual es susceptible de manipulación.

Así, funcionó durante el aznarismo la generación de OP discursiva en torno a la política. Todo el mundo parecía o debía estar conforme con el milagro económico, mientras todo el mundo se cuestionaba si esa situación sería sostenible en el tiempo en tendencia infinita. Las opiniones individuales se modulaban dependiendo del grupo en el que se abordaran los temas de discusión. En esa ocasión el círculo vicioso de la OP falseada nos estalló en la cara porque fueron los argumentos necesarios para cuestionar tanta bonanza los que quedaron ocultos o falseados para la OP.

Amanda E. Padilla Santiago